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La calidad de los mejores vinos de España sube como la espuma y la Guía Proensa 2023 lo refleja. Diez vinos han alcanzado la máxima calificación, que en esta publicación es el 100, y otros 33 quedaron un corto escalón por debajo. Al mismo tiempo, suben los precios en esa franja de los vinos de selección. Es la vigésimaprimera comparecencia anual de la guía personal que firma Andrés Proensa, director de PlanetAVino.

Muchos no se atreven a reflejar en los precios de sus vinos la subida brutal que han tenido todos los elementos que intervienen en la producción, salvo, casualmente, la materia prima. Subieron la energía, el papel, los tapones y las botellas, que además de más caras fueron escasas a lo largo de 2022. No subieron mucho los vinos más accesibles pero sí los de gama más alta, en los que el coste de la uva y de los otros elementos no influye pero sí lo hace la opinión generalizada de que el vino español de alta calidad sale al mercado internacional a un precio demasiado bajo y eso no favorece su imagen. Un obstáculo que muchos se han apresurado a salvar.

Mitiga el efecto el hecho de que la calidad general en ese segmento es cada día más alta. Varias circunstancias se han sumado para que el techo de calidad del vino español se eleve más en los últimos tiempos. A la salida del túnel de la pandemia el panorama es brillante, a pesar de que el consumo en hostelería aún no se recuperó del todo. El paréntesis de dos años ha tenido un efecto bipolar. En el lado negativo, la caída en el consumo, las dificultades que esgrime la hostelería y que reclama ayudas públicas y privadas y las dificultades de los viticultores por la falta de mano de obra en un tiempo en el que la naturaleza no se detuvo pero las gentes sí.

 

En la parte positiva cabe contar la ralentización en la salida al mercado de las nuevas cosechas de los vinos, cosa que a muchos le sentó bien y llegaron a las tiendas más maduros. También se hicieron tiradas más cortas, lo que se tradujo en una selección cualitativa más estricta y una calidad aún más alta. Además, creció el consumo en el hogar de vinos de precio algo más alto porque se gastaba en la tienda y el lineal (o en las organizaciones de venta a domicilio, grandes beneficiadas de la pandemia por distintos motivos) lo que antes se invertía en el restaurante.

 

Calidad en alza

 

Y, mientras tanto, llegaron los vinos calificados como viñedos singulares y otras expresiones equivalentes, que comportan la adopción de criterios más estrictos de calidad (edad de las viñas, rendimientos, cata de calificación), que en teoría redundan directamente en un alza del nivel del producto final. Hay muchas nuevas marcas de vino y también nuevos estilos que buscan abrir un hueco en nuevos mercados internacionales o en determinados segmentos del consumidor nacional.

En este sentido llama la atención que se ponga el foco en los jóvenes, dicho así en general, que no son precisamente los que tienen mayor poder adquisitivo ni muchas oportunidades de consumo, mientras se descuidan otros estratos sociales, como el de los jubilados y sus pensiones. Dicho sea con permiso de las autoridades sanitarias, empeñadas en demonizar el consumo de vino mientras no ponen tanto empeño en ciertos venenos alimentarios.

El resultado de toda esta ecuación es bastante satisfactorio. Cierto que la mejor calidad es algo más cara, incluso con vinos que parecen empeñados en una especie de competición en escalada de precios. Sin embargo, no es menos cierto que hay una escalada cualitativa que va pareja a la búsqueda de vinos con mayor capacidad de envejecimiento (y eso vale para tintos pero también para blancos, espumosos e incluso rosados) y caracteres más definidos, consecuencia del trabajo con variedades autóctonas y de un mayor respeto por el entorno y su influencia en viñas y vinos.

La Guía Proensa pretende reflejar todo eso en una selección de vinos que siempre supera el objetivo de su autor, que es limitar su recomendación a medio millar de marcas. Es lo que Proensa denomina “el territorio de los vinos extraordinarios”, los que alcanzan y superan los 90 puntos en una escala máxima de 100, que sí alcanzan algunos de ellos, diez en esta edición. El punto máximo de lo que el autor califica como vinos emocionantes, que incluye también 33 vinos con 99 puntos y otros 39 que obtuvieron 98 puntos sobre 100.

Sube el precio

El autor de la guía insiste en que en esas calificaciones no interviene “eso de la relación calidad-precio. Es un concepto muy personal que tiene que ver más con el corazón que con la cartera. En la guía se da una calificación cualitativa y se informa sobre el precio aproximado. Y que cada uno decida”. Es un factor importante en la decisión y lo cierto es que para acceder a los vinos top hace falta más corazón y más cartera.

Por no ir más lejos, en la Guía Proensa 2020, elaborada a lo largo de 2019, antes de la pandemia, el precio medio por botella de los vinos incluidos era de 44,80 euros, mientras que en esta nueva edición sube hasta 48,11. En esa edición 2020 hubo incluso menos vinos de hasta 10 euros (61 frente a los 64 actuales) pero los de cien euros o más han pasado de 51 a 64. Como curiosidad, si alguien quiere catar todos los vinos de la Guía Proensa 2023, y pudiera comprarlos, debería desembolsar 35.171,65 euros. Es lo que vale, en precio medio aproximado en tiendas de vinos, la mejor calidad del vino español.

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