La industria de alimentación y bebidas frenó su crecimiento en 2022 debido a la situación inflacionista en nuestro país y en los mercados exteriores. El aumento de los costes productivos a causa del agudo aumento del valor energético, de los transportes y de las materias primas, entre otros factores, han limitado la trayectoria positiva del sector.
Es una de las principales conclusiones que se desprende del Informe Económico de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), que recoge las principales magnitudes del sector durante 2022, elaborado con el apoyo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
El secretario general de Agricultura y Alimentación, Fernando Miranda, ha subrayado que la industria alimentaria es un importante motor de desarrollo y vertebración de las zonas rurales, principalmente a través de la creación de empleo de calidad, con lo que contribuye de manera significativa a impulsar la sostenibilidad económica, social y medioambiental de los territorios.
El secretario general también ha valorado la apuesta de la industria alimentaria por la internacionalización y la apertura de nuevos mercados, en especial los de países terceros, que proporcionan no solo crecimiento de actividad, sino diversificación de riesgos.
Miranda ha recordado que el ministerio, a través del marco de colaboración estable que mantiene con FIAB, apoya el desarrollo de diversas actividades en el sector de la industria alimentaria, como la presentación de este informe. Según ha recalcado, contar con la más amplia y mejor información resulta fundamental a la hora de tomar decisiones estratégicas. En este sentido, el informe presentado hoy constituye un referente, por su amplio contenido, para conocer la magnitud del impacto del sector de la alimentación y bebidas en la economía y en el conjunto de la sociedad.
Por su parte, Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB, destaca el esfuerzo realizado por la industria para absorber parte de los costes. “Durante 2022 hemos sufrido una crisis global, en parte como consecuencia de la invasión de Ucrania, que ha generado incertidumbre, inestabilidad y la grave situación de inflación que todos padecemos. Los resultados presentados por muchas empresas del sector demuestran cómo han reducido sus márgenes para no trasladar al consumidor las subidas que han sufrido”, afirma.
Así, el sector reclama un ámbito regulatorio y fiscal que tenga en cuenta este difícil contexto para proteger a un sector estratégico para España y Europa de la vulnerabilidad económica a la que está precipitando esta situación. Entre otras cuestiones, “es urgente la resolución de las convocatorias del PERTE agroalimentario para permitir dotar a esas pequeñas y medianas empresas de los recursos necesarios para adoptar las inversiones necesarias en innovación y mejorar así su competitividad”, asegura el director general de FIAB.
La producción crece, pero a menor ritmo
Durante 2022, la producción real de la industria de alimentación y bebidas ascendió a 144.955 millones de euros, alcanzando un crecimiento del 1,5%. Esta tasa muestra la contención de la actividad de la industria, si la comparamos con el promedio de la tasa de crecimiento de la producción real entre 2015 y 2019, (obviando los años 2020 y 2021, excepcionales por la situación del COVID-19) que se situó en el 4,5%.
Desde finales de 2021 los precios de producción se han ido acelerando, hasta el 18,6% al cierre del ejercicio 2022. Esta situación se ha transformado en una pérdida de dinamismo de los ritmos reales de la actividad productiva del sector y en una reducción de márgenes en un intento de no generar mayores desajustes entre oferta y demanda.
Este escenario de aumento de precios, junto a las medidas adoptadas para la contención de la inflación como las subidas de los tipos de interés, ha llevado a los hogares a la contención de sus gastos y a modificar sus patrones de consumo. Así, el volumen del consumo se ha retraído hasta los 66.294 millones de euros (-1,1%). De igual forma, sucede con el gasto medio por persona en el hogar, que refleja una caída del -1,8% (1.427€) con relación al mismo periodo de 2021.
A pesar de todo, la industria de alimentación y bebidas continúa siendo el sector industrial con mayor fortaleza en España. El Valor Añadido Bruto se ha cifrado en 29.786 millones de euros, un crecimiento del 13,9% que, una vez ajustado el efecto de los precios, quedaría en un 4,1%. De esta manera, el peso del sector representa el 19,3% de la industria manufacturera y cerca del 2,5% del total de la economía española.
La dinámica empresarial del sector ha logrado mantenerse por encima de las 30.000 empresas (30.159). Con respecto al ejercicio anterior, el tejido empresarial en 2022 ha anotado un leve retroceso del -0,3%, es decir, 101 compañías menos.
De nuevo, las pequeñas empresas son las que más acusan la crisis ya que no pueden seguir produciendo por los costes que tienen que afrontar. En 2022, más de 150 pequeñas empresas, de menos de 50 asalariados desaparecieron. Como elemento positivo, y en línea con la trayectoria de años anteriores, las empresas de mayor tamaño han experimentado un avance del 11,4%, continuando en la mejora de la dimensión del sector para acabar con la alta atomización de la industria.
Aun así, la PYME continúa siendo el elemento central, copando el 96% del tejido empresarial. Durante 2022, el 78,8% de la actividad generada por nuestra industria lo hace en empresas de menos de 10 asalariados, confirmando el carácter esencial de estas compañías para el sector.
Los alimentos y bebidas, enclave de estabilidad laboral
En términos de empleo, la industria ha arrojado un comportamiento favorable, mostrando su fortaleza en este plano. La radiografía laboral muestra un avance en el número de afiliados a la Seguridad Social del 3,2%, es decir, 454.800 empleos directos, y lo hace con ritmos superiores al crecimiento de la industria manufacturera, que situó en el 2,4%.
Acorde, además, con las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de ocupados también mejoró sus datos. Así, tanto en términos de ocupación como de afiliados, las cifras totales de 2022 no solo han superado las sumas previas a la pandemia, sino también han marcado un registro histórico.
La directora de Finanzas Estudios Económicos y Talento de FIAB, Karina Pereira, destaca la fortaleza de la industria española de alimentación y bebidas. “Uno de cada cinco empleos en la industria manufacturera los aporta la industria de alimentación y bebidas, es decir, el 22% del empleo en este segmento, lo cual da muestra de su importancia en el conjunto de la economía española”, ha valorado.
Aun así, el sector alerta sobre el efecto del encarecimiento de los costes laborales reales, además del soportado ya por la inflación, sobre la productividad real. Los costes laborales aumentaron un 0,7%, por encima del registro del conjunto de la economía del 0,3%, lo cual deja constancia de la mayor presión que soporta el sector para la mejora de su competitividad.
En la clasificación por género, la industria de alimentación y bebidas mantiene la tasa de empleo femenino en el 39,1%, claramente superior al conjunto de las manufacturas (28,4%). Además, el empleo joven (perfiles por debajo de los 35 años) suponen el 27,2% de los trabajadores.
Es significativo el avance del mercado laboral hacia puestos de trabajo cualificados, donde casi un tercio del conjunto de los trabajadores cuenta con estudios universitarios o de formación profesional. Concretamente, en el ámbito de la I+D, hay que destacar el papel de la mujer, pues el 48,9% del total del empleo en I+D en el sector es femenino, y si atendemos a la rama de la investigación, la mujer gana cuota de representación por encima del 52%.
El mercado exterior se resiente por la inflación
La pérdida de dinamismo económico global ha repercutido en las exportaciones de los alimentos y bebidas españoles. El valor de las ventas al exterior de los alimentos y bebidas experimentó un aumento del 9% hasta alcanzar los 41.643 millones de euros. Sin embargo, este crecimiento no se corresponde con el volumen exportado, que se contrajo un -7,2%.
La inseguridad general de la economía, el fuerte impacto de la inflación y todos los problemas logísticos y de transporte han impactado las ventas reales y también al número de empresas exportadoras, que se contrajo un -2,3%, hasta las 18.902.
Aun así, el mercado internacional sigue siendo un fuerte pilar para la industria española. Los alimentos y bebidas continúan representando una de las ramas de actividad determinante de la contribución del comercio internacional al crecimiento económico. La industria española ha concentrado el 10,4% de las ventas europeas situándose como la cuarta economía exportadora.
Lo extraordinario de este ejercicio se refleja en el avance de las importaciones, arrojando una balanza comercial más limitada que en años anteriores, aunque positiva, de 10.640 millones de euros (-20,1%). La incertidumbre que domina 2022 ha roto la tendencia creciente que se mantenía desde 2008.
Por mercados, la UE sigue siendo el principal destino de las exportaciones de nuestra industria, con una cuota del 57,7%. Entre los principales destinos se sitúan Francia (6.124M€), Portugal (4.506M€) e Italia (4.126M€). El primer socio extracomunitario es Estados Unidos (2.467M€), que mejora su posición y adelanta a China. En quinto lugar, se sitúa Alemania, que experimenta una mejora de sus ventas, con 2.258M€. Completan la clasificación Reino Unido (2.287M€), China (2.258M€), Países Bajos (1.386M€), Japón (1.215M€) y Bélgica (949M€).
Seguridad para la industria ante un 2023 de incertidumbre
A pesar del carácter estratégico de la industria de alimentación y bebidas, el sector advierte de un inicio de ejercicio en la línea con el análisis de 2022. Al escenario inflacionista se suma además otros elementos determinantes como la sequía en nuestro país, devolviendo una mayor inestabilidad a la actividad de la cadena alimentaria.
Además, el sector está acusando ya importantes retrocesos en la inversión en I+D, imprescindible para asegurar entornos productivos eficientes, competitivos y sostenibles. “Estamos en un momento decisivo para el sector, en tanto que debe afrontar retos ineludibles e inmediatos como es el de la sostenibilidad y que requieren de inversiones por parte de las empresas. Si tenemos en cuenta el fuerte componente de PYME que tiene este sector, el desequilibrio generalizado de la actividad económica, la inflación, la crisis en la oferta de los componentes tecnológicos y la elevación de los tipos de interés, resulta una tarea titánica para las empresas abordar cualquier decisión inversora que se exige de cara a cumplir con determinados objetivos”, señala García de Quevedo.