Después de unos años sin presencia física, o, el año pasado, con tantas limitaciones, vuelve un Madrid Fusión completamente desvirtuado. Puede que haya más expositores, pero son stands pequeños y sin mucha inversión creativa; lo justo para tener presencia y aprovecharla para actividades comerciales.
En las dos plantas que componen Madrid Fusión están mezclados todo tipo de productos, por lo que hacer un recorrido que tenga sentido es imposible. Escasísima presencia significativa de bodegas de nivel y, en todo caso, su presencia es simbólica. A catas interesantes, que podrían haberse celebrado en este espacio como en cualquier otro, no les ha aportado ningún valor el que se celebrarán en Madrid Fusión. Prácticamente nula presencia de estrellas internacionales. Conclusión, encuentro con poco interés, en un entorno nada atractivo y completamente desvirtuado respecto a su concepto inicial.
Sin embargo, en cuanto a cifras el congreso de gastronomía fue un éxito, contó con 16.500 visitantes, un total de 1.171 congresistas y 1.038 periodistas.