Apasionado del saber hacer de los franceses, casi todos los años busca unos días para ver qué hacen nuestros vecinos del norte. “Nos llevan unos años de ventaja y siempre hay que aprender de los mejores”, dice.
Rafael Navarro Pardo (San Antonio de Requena, 1965) recogió el 31 de marzo el premio al Mejor Enólogo del Año 2022, galardón que concede la Asociación Valenciana de Enólogos en la que se dan cita los profesionales del ramo de toda la Comunidad Valenciana y que ayer celebraron su Asamblea General Ordinaria.
“Rafa” Navarro, como se le conoce en todo el sector nacional, es cofundador y socio de Bodegas Hispano Suizas y enólogo la cooperativa El Progreso de San Antonio de Requena, la que hoy es la mayor cooperativa de la Comunidad y donde lleva 38 años de profesión, rompiendo el viejo adagio de que “nadie es profeta en su tierra”.
Él sí lo ha sido gracias a su saber hacer enológico, su instinto a la hora de identificar los gustos del mercado y su talante para convivir con las sucesivas directivas que representan a los verdaderos patrones, el millar de socios que cada año quieren ver su trabajo recompensado como merece.
No en vano, la bodega a la que llegó en 1985 recogía algo menos de 10 millones de kilos de uva y hoy supera los 24 millones. Y todo eso bajo los parámetros de la rentabilidad y de la evolución del sector, ya que de una bodega que producía fundamentalmente bobales ha pasado a producir variedades más acordes con un mercado globalizado, incluyendo castas foráneas que se han adaptado perfectamente al terruño de Requena.
“Cuando comencé, el 99% de la uva era bobal, ahora hacemos ocho tintos diferentes con otras tantas variedades, hacemos cinco vinos base de Cava, tenemos rosados clásicos y de estilo provenzal, chardonnays, etc…” dice.
Detrás de esa evolución hay un trabajo codo con codo con los viticultores, de los que dice que tiene la suerte de contar con socios que son valientes, pero no temerarios, que se dejan aconsejar y que nutren la bodega año tras año con la mejor uva posible.
Los ingleses dirían que es un “One club man”, fiel siempre a esa bodega a pesar de haber compatibilizado su labor con otras firmas y como cofundador y socio de Hispano Suizas.
Una pasión por los vinos y el saber hacer de Francia
Navarro estudió en la Escuela de Enología de Requena y a continuación se puso a trabajar en El Progreso. De esos primeros años guarda especial recuerdo de Rafael Michelena, un sabio de la enología, “fue mi mentor, me guió en los momentos iniciales que son los más difíciles”, dice.
El Progreso fue el laboratorio que sólo abandonaría para realizar formaciones como la realizada en la Universidad de Montpellier, que le abrió la mente y el alma en un viaje iniciático que no ha hecho más que crecer: su admiración por el saber hacer de los franceses.
“En Francia descubrí la sensibilidad que ellos tienen para tratar el viñedo, las variedades, cómo conseguir grandes vinos a partir del cultivo de la uva, cómo diseñan un vino desde el origen”, dice. Y, también, cómo piensan muy bien cada movimiento que hacen, “ellos no dan volantazos, no son de tendencias, son de procesos muy meditados y a más largo plazo”.
Desde entonces no pasan dos o tres años sin volver a pisar alguna región vinícola francesa, “y siempre aprendo algo, nos llevan muchos años de ventaja”, dice.
De Francia también trajo el reto de experimentar con aquellas variedades en Requena. Para ello comenzó a plantar sus propios viñedos, y hacia 1998 se atreve con pinot noir, cabernet, tempranillos, syrah, Sauvignon… En ese ejercicio de prueba-error muchas variedades no pasaron el filtro de su exigencia y fueron sustituidas por otras. Ese fue el germen de lo que más tarde sería Bodegas Hispano Suizas.
El capricho y el reto de Hispano Suizas
En aquellos años se cruza en su vida Pablo Ossorio y Marc Grin y tras darle vueltas descubre que tiene en común el mismo sueño que ellos, hacer vinos diferentes, de alta calidad, sin complejos de hacerlo desde un territorio a priori con mucho por desarrollar. “Los tres nos embarcamos en aquella aventura y ahí sigue, cada año intentando crear algo nuevo”, dice.
Las palabras que utiliza para definir esa “aventura” es “culminación de mi carrera, capricho, pasión, escaparate”… Sostiene que la parte económica la tenía resuelta, pero que buscaba algo más, el compartir con otros apasionados del vino su sabiduría, sumar sus talentos y darle una vuelta a la historia vinícola de la zona. Los tres juntos han dado un paso de gigante con mucho esfuerzo que se reconoce en premios asiduamente, y al que se sumará este último.