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Bodegas RODA busca en estos dos vinos la maduración perfecta para poder expresar el perfil de fruta negra de la variedad tempranillo en RODA I y el perfil de fruta roja en RODA.

Bodegas RODA presenta las nuevas añadas de dos de sus vinos más icónicos y conocidos a nivel nacional e internacional: RODA I 2018, una añada muy fresca y atlántica, y RODA 2019, con un resultado excelente. La bodega riojana muestra aquí dos interpretaciones de la variedad tempranillo gracias a la minuciosa selección del punto de maduración de las uvas, procedentes de viñedos plantados en Haro, en su mayor parte, y pueblos limítrofes, con unos rendimientos muy bajos. En RODA I se buscan uvas que reflejan un perfil más marcado a fruta negra, mientras que RODA, representa el perfil más fresco y a fruta roja de la variedad.

“Pocas veces la naturaleza nos brinda años contiguos tan diferentes como 2018 y 2019. En 2018, se dieron las condiciones de los años antiguos, con lluvia, más frío, una cosecha más abundante y maduraciones tardías; en 2019, la excelencia de las añadas más modernas, en un año seco y caluroso, de poca cosecha” explica Agustín Santolaya, director general de Bodegas RODA.

RODA I 2018 refleja la longitud de las añadas atlánticas, con una frescura y viveza muy presentes, a pesar de ser uno de los años más complicados meteorológicamente. Esta añada fue la segunda con más lluvia tras la de 1992, con 668 litros por metro cuadrado. El otoño fue muy seco y el invierno muy frío. La primavera trajo muchas lluvias y unas temperaturas más bajas de lo habitual que retrasaron tanto la brotación como la floración. Ya en verano, sobre todo en julio, las tormentas y las granizadas provocaron pérdidas en parte de la producción, y el envero se retrasó, con un agosto seco, al que se sumaron algunas puntas de calor, aunque con noches frescas. “Será un vino de larga guarda que irá matizando en botella todos los detalles que es capaz de expresar”, comenta Santolaya.

Por su parte, RODA 2019 representa un año que contrasta con el anterior. Tras una de las añadas más lluviosas de la historia de la bodega, la sequía marcó la añada 2019, con precipitaciones que se situaron en 506 litros por metro cuadrado. El invierno fue muy frío y extremadamente seco. A finales de marzo, la viña brotó de forma tímida, aunque las escasas lluvias de abril lograron cambiar la situación. A pesar de ser un año seco, la planta se mostraba plena. A la sequía arrastrada desde la primavera y que continuó en verano, con anecdóticas precipitaciones, se sumaron dos olas de calor: una en junio, con puntas por encima de los 40ºC, que mermó la cosecha en la floración, y otra en julio. El cuajado fue irregular y la cosecha se vio muy reducida, pero la viña consiguió ofrecer al final del ciclo una maduración perfecta en las uvas y con una excelente calidad. Así, esta añada se presenta mucho más compleja y con más volumen, “este vino será uno de los grandes RODA, es una añada sobresaliente y lleva impreso el paisaje de los viñedos que lo han visto nacer”, manifiesta el director general de Bodegas RODA.

RODA I 2018 es de color rojo profundo, aunque menos cubierto que otras añadas más cálidas. En nariz resalta el perfil frutal tanto negro como rojo, con matices a canela, clavo y tierra húmeda, además de elegantes notas de la madera. En boca vuelven los recuerdos a fruta y resalta la frescura en esta añada, con un tanino fino, además de contar con la longitud y viveza de las añadas atlánticas.

 

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