La tarde del 21 de noviembre fue única para la familia que compone Conde de los Andes, al igual que lo fue para la treintena de asistentes a la cata que organizó la bodega en Madrid.
A través de siete vinos, Javier Murúa, director del grupo Muriel Wines, al que pertenece Conde de los Andes, hizo un recorrido por más de 70 años de producción enológica, ya que una de las añadas históricas presente fue el Blanco semidulce 1948.
Conde de los Andes vive un momento especial, de crecimiento de la marca, que ha iniciado contando con Raúl Igual como nuevo embajador. Él, junto a Javier Murúa, dirigió la cata.
Murúa ha destacado sobre este encuentro que supone “potenciar la visibilidad de un proyecto que mantiene una línea de crecimiento a través de nuevos vinos de vinificaciones diferentes y estudiadas, a la vez que implica salvaguardar el legado de una colección histórica única”.
También comentó, en tono más relajado, que se sentía “afortunado por compartir con Raúl Igual este encuentro en un entorno profesional pero distendido, así como por iniciar a partir de ahora un camino juntos. Él conecta con nuestros valores de marca y con él apostamos por aumentar nuestra presencia en el sector”.
Por su parte, Raúl Igual señaló que para él ha significado “un reto profesional. Descubrir la bodega, sus calados, sus vinos y añadas históricas ha sido un recorrido especial, ya que me identifico con el proyecto, su filosofía de empresa y sus valores”.
Raúl Igual es premio a mejor sumiller (2010 – 2021), por International Wine Challenge Merchant Awards Spain y Advanced Sommelier por The Court of Master Sommeliers en Londres, y ha empezado a colaborar con Conde de los Andes este año 2022. Este encuentro ha supuesto la formalización de esa colaboración, que permitirá desarrollar otras acciones. Algunas de ellas ya visibles en los perfiles en redes sociales de Conde de los Andes, como pequeños vídeos de cata. Igualmente, están previstas otras iniciativas y eventos a lo largo del próximo año en las que Raúl Igual acompañará a la marca.
Del encuentro de ayer, el sumiller destaca que “lo que sobre todo ha mostrado esta cata es la línea de lo que la bodega quiere hacer: manteniendo su base en la selección y en la calidad en el viñedo, ya que los vinos tienen una gran limpieza. Se aprecia cómo cuenta con muy buena calidad en la uva, así como con mucho cuidado en la elaboración. No se dan oxidaciones extrañas y lo que se percibe en este proyecto es mucho criterio”.
Haciendo un recorrido por sus impresiones tras catar con los asistentes los vinos seleccionados, señaló, “del Blanco que hemos catado de 2019 me ha encantado descubrir la añada nueva, la frescura, la intensidad que tiene y todo su potencial de envejecimiento. Duermevela 2016 es ese estilo de gran vino, un Blanco de guarda y un blanco además que sale al mercado con todo ese carácter de madera y envejecimiento y que al mismo tiempo va a tener frescura”.
Por otra parte, añadió que “Malvasía es ese vino tan delicado, tan elegante y único, porque es un vino que solo se da en momentos especiales y en espacios donde el vino se puede mostrar tal y como es. Es un lujo poder encontrar hoy en día un vino como este, con esta elegancia y este carácter tan riojano.
El Tinto de 2016 es un vino maravilloso que muestra claramente cuál es el camino que la bodega va a tomar con vinos tintos que siguen teniendo carácter de guarda y capacidad de envejecimiento, pero manteniendo su estilo de fruta madura y de mucha selección en el viñedo”.
En relación a las añadas históricas, destacó que “empezar a probar esas añadas ha sido una oportunidad irrepetible: el 2005 todavía mantiene mucha frescura y tiene aún mucho potencial por delante. Igualmente, pocas bodegas pueden decir que tengan la capacidad de dar a probar un 1975 que es además un vino que se mantiene con vida, con una buena acidez y que muestra cómo se pensaban los vinos en aquel momento en la bodega, hace 40 años”.
La mayoría de los vinos catados son botellas que difícilmente pueden encontrarse o que han sido guardadas celosamente por la antigua casa. “Del corazón de Rioja Alta al corazón de Madrid y de todos los que degusten estos vinos”, esa ha sido la intención de Javier Murúa.
Cinco siglos en un kilómetro y medio
Conde de los Andes se encuentra en el corazón de Rioja Alta, en un municipio pequeño y de larga historia vitivinícola, Ollauri, como atestiguan sus casas solariegas de los siglos XVII y XVIII.
Desde 2014, esta bodega asume el legado de la antigua casa Paternina, creada en 1894, y de la marca histórica Conde de los Andes, uno de los grandes nombres de la elaboración y la cultura del vino de Rioja. Hoy, de la mano de la familia Murúa, Bodegas Ollauri-Conde de los Andes retoma una tradición que se remonta varios siglos atrás.
El respeto por el patrimonio histórico, el compromiso con la custodia de cientos de miles de botellas de añadas antiguas y la renovación que simboliza la actual gama de vinos, son los tres ejes que resumen el momento actual de Conde de los Andes.
Las bodegas de Conde de los Andes son el entramado subterráneo más impresionante de La Rioja. Por su antigüedad, por su arquitectura y por su extensión de cerca de un kilómetro y medio lineal.
Los calados de Ollauri se empezaron a abrir a finales de la Edad Media. En el siglo XVII se inició la excavación de los famosos calados cuadrados. En la actualidad toda esta obra es un prodigio de conservación, donde siguen descansando en sus profundidades botellas de cosechas míticas como las de 1892, 1918, 1948 o 1964.
Suelos, clima, tradición
Sus parcelas fueron plantadas en distintas épocas. Las más antiguas tienen más de un siglo y datan de las primeras replantaciones tras la filoxera.
El viñedo de Conde de los Andes se ubica a orillas del Ebro y bajo los riscos de la sierra de Toloño, entre los municipios de Briñas y Haro (La Rioja) y Labastida (Rioja Alavesa).
En los valles serranos conviven tres principales variedades autóctonas: las tintas tempranillo – esta es la mayoritaria- y garnacha, y la blanca viura. En los parajes de río también existen viñas viejas de malvasía riojana.
Vinos actuales, Capítulos y Colección histórica
Conde de los Andes cuenta en su producción con Vinos actuales que definen el estilo de la bodega en el momento que vive. Pero cuenta también con otras dos líneas que distinguen a esta bodega: la más rompedora, Capítulos, y su Colección histórica.
Durante la cata se hizo un recorrido por estas tres líneas.
Los Vinos actuales catados fueron Conde de los Andes Tinto 2016 y Blanco 2019.
Por otra parte, Conde de los Andes Malvasía 2016 fue catado dentro de la selección de Capítulos, una familia de vinos en los que se experimentan vinificaciones y que pueden cambiar dependiendo de la cosecha.
Esta colección de ediciones limitadas, que exploran aspectos concretos de las viñas adscritas a Conde de los Andes, se ha estrenado con el Capítulo I: una Malvasía 2016 con buen recorrido e interesante acidez cítrica de la que se han hecho 1.938 botellas.
Además, la bodega dispone de una Colección histórica en la que reposan, a 40 metros de profundidad, vinos de añadas que van desde 1892 hasta 2019. En una impresionante trama de calados con nombres como ‘Los Candiles’, ‘Los Gallegos’ o de ‘La Flor’.
Se custodian más de 450.000 botellas de las cuales 40.000 son anteriores a la década de los setenta. En la colección destaca una cantidad notable de medias botellas y de vinos blancos.
Se cataron Conde de los Andes 1948 (Blanco semidulce), 1975 (Tinto) y 2005 (Tinto). A esta selección hay que añadir un vino especial que también estuvo presente en este encuentro: Conde de los Andes Duermevelas Blanco 2016.