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Situada en Les Garrigues, la bodega celebra su más de cuarto de siglo de existencia siendo fiel a su compromiso con el paisaje y al legado ancestral de este territorio vinícola. Miembro de la asociación Grandes Pagos de España, mantiene su filosofía de vinos de finca, sumando nuevos retos como la recuperación de la variedad ancestral trobat.

Ha transcurrido ya más de un cuarto de siglo desde que, en 1997, los propietarios de la centenaria bodega Castell del Remei se enamoraran de los viñedos de la finca La Pobla de Cérvoles (Les Garrigues, Lleida) y decidieran dar forma a Cérvoles Celler. El origen fue poco más de treinta hectáreas, repartidas en pequeñas parcelas de viñas plantadas entre los años 70 y 90, con las que pusieron en marcha un proyecto visionario, único en aquel momento en Cataluña, con la firme filosofía de elaborar vinos de finca que representaran con fidelidad su paisaje de montaña/montañoso y su terruño. Más de veinticinco años después se ha convertido en todo un referente, confirmando el potencial cualitativo de esta zona y revelando la complejidad y personalidad que imprime a los vinos el microclima de La Pobla de Cérvoles.

La apuesta por la viticultura de montaña Tomàs Cusiné, el propietario del grupo vinícola que engloba, además de la bodega de La Pobla de Cérvoles, otras tres bodegas (Castell del Remei, Cara Nord y Tomàs Cusiné), estaba habituado a trabajar el viñedo en las llanuras de Urgell –en Castell del Remei, la propiedad que su familia adquirió en 1982– cuando descubre los viñedos de La Pobla de Cérvoles y decide replantearse su trabajo como viticultor, alimentando su sueño de crear vinos a partir de una finca única, a pie de sierra.

La finca de Les Garrigues era perfecta para desarrollar esa viticultura de montaña que en aquel momento estaba casi olvidada. Les Garrigues es una zona de compleja orografía situada en la subzona más meridional de la DO Costers del Segre, en la que se suceden numerosas colinas y vaguadas que se van elevando hasta la Serra de La Llena, frontera natural con el Priorat y la Conca de Barberà.

Un mosaico compuesto de diferentes parajes, con un terruño muy especial de carácter franco pedregoso, donde las viñas ofrecen unos rendimientos muy limitados, pero dan una uva de gran calidad. Situada a 700-750 metros de altitud, Cérvoles actualmente se extiende por unas 55 hectáreas de viñedo distribuido en doce parcelas, con cepas principalmente de garnacha tinta, tempranillo, syrah, cabernet sauvignon, merlot, macabeo y chardonnay. En ellas se desarrolla un cultivo orgánico, procurando potenciar la actividad microbiana para mantener un terreno vivo, donde los vinos puedan expresarse, gracias al mínimo intervencionismo posible, con un carácter nítido y diferenciado.

Recuperando la ancestral uva trobat Recién cumplido su 25 aniversario, es el momento perfecto para valorar lo conseguido, analizar el camino seguido y seguir fijando nuevos objetivos. Intacto se mantiene el compromiso de la bodega con el paisaje, que se materializa en el desarrollo de una viticultura ecológica y respetuosa con su entorno. Dentro de su búsqueda de la autenticidad y de los valores de su tierra, sigue profundizando en ese carácter singular que aporta La Pobla de Cérvoles a sus viñedos, poniendo el foco en los varietales autóctonos y mediterráneos. Mientras se realizaba una importante tarea de evolución varietal en variedades como la garnacha, la macabeo y otras variedades mediterráneas, Cérvoles también ha apostado por la recuperación de una variedad ancestral casi desaparecida, la trobat.

La trobat es una uva tinta muy característica de las comarcas de Ponent, con la que se elaboraban, tradicionalmente, unos vinos tintos ligeros. Actualmente su cultivo está en fuerte regresión y solo sobrevive en algunas viñas dedicadas al autoconsumo. Con el fin de preservar la riqueza genética de la comarca, Cérvoles Celler colabora en un estudio que generará la suficiente información para, en un futuro, incluirla en el listado de variedades autorizadas en el pliego de condiciones de la DO con el fin, no solo de incentivar su cultivo entre los viticultores, sino elaborar con ella vinos que muestren la cultura y la diversidad de Costers del Segre.

Gracias a las prácticas respetuosas con el medio ambiente durante 25 años, Cérvoles consigue que sus vinos sean un reflejo de las pequeñas parcelas de viñedo de esta finca de montaña, localizada en un entorno natural único. Tierras donde el viento sopla constantemente. De día, poniente -de carácter continental- y por la tarde la marinada -brisa marina mediterránea- que refrescan los suelos y contribuyen a la tradicional calidad de los vinos de La Pobla de Cérvoles.

Colors Blanc, Colors Negre, Garnatxa, Cérvoles Blanc, Cérvoles Negre y Cérvoles Estrats expresan la singularidad de la viticultura de montaña de la bodega, practicada a más de 700 metros de altura. Por su excepcionalidad y su vocación de elaborar grandes vinos, Cérvoles Celler pertenece, des de sus inicios, a la reconocida asociación Grandes Pagos de España.

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