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La trayectoria de Macán en estos 15 años de vida ha ido pareja en las dos vertientes fundamentales que definen la creación del mejor vino posible.

El escrupuloso respeto por el viñedo y el medio ambiente hace que desde 2004 se empiecen a desechar el uso de herbicidas y se recurre a la utilización de intercepas y escarda manual con azada, al igual que se utilizan feromonas de confusión sexual en la lucha contra las distintas plagas como alternativa a los productos químicos, empleando abono orgánico a la “carta” para cada viñedo.

No es hasta 2008 cuando se introduce la modelización de las zonas de riesgo de heladas según la orografía de La Rioja, creando un mapa de sombras, así como del terreno según los riesgos de erosión de los suelos. Los resultados obtenidos en la viña han dado como resultado unos vinos cada vez más en la línea de la bodega, lo que ha permitido hacer una selección clonal de las mejores parcelas históricas para obtener material genético (esto ocurre a partir de 2007) y que se utilizará para las nuevas plantaciones.

Por otro lado, y parejo a la viticultura, está la elaboración. Desde la cosecha de 2009, la elaboración del vino se ha ido adaptando a la materia prima que entraba en cada vendimia en la bodega. La experiencia del grupo Tempos Vega Sicilia estaba basada en los vinos del Duero (Ribera y Toro) y Rioja era un concepto desconocido Crear un estilo lleva tiempo. Había que ir conociendo nuestra nuevo Tempranillo, desde el momento de vendimia, hasta como hacer la elaboración o como adaptarse en la crianza. Tener la bodega en el 2016 nos permitió ir más rápido en todo este proceso

Una vez que se tiene el conocimiento pertinente y sabiendo qué se quiere, empieza la búsqueda y compra de parcelas, siempre con el objetivo de la calidad en mente, siendo ya 2010 cuando se empieza a centrar especial atención al viñedo viejo y la variedad tempranillo.

Mientras tanto se realiza una zonificación parcelaria atendiendo al estudio pormenorizado de los suelos, con trabajos exhaustivos de microbiología y evaluación de la salud de todos los terrenos.

En ese mismo año, 2010, a la vez, se forma al equipo en las técnicas de poda más respetuosas, eligiendo en cada caso la fórmula más idónea de trabajar siempre con el objetivo de buscar un equilibrio adecuado en cada parcela De ahí que, en muchos de los casos, en los que el uso de tractores y maquinaria agrícola no puede utilizarse por la peculiar formación de las cepas en los viñedos más antiguos, se recurre al ancestral uso del arado tradicional tirado con mulas.

Los estudios edafológicos realizados permitieron hacer una zonificación parcelaria para realizar un manejo diferenciado y tener información previa de la previsión de la calidad de cada zona en la vendimia. En el ánimo de seguir avanzando en todo aquello que pueda beneficiar a la calidad del viñedo, en 2024 están previstas futuras mejoras en I+D, como es el caso de nueva maquinaria, que sea respetuosa y se adapte a las exigencias de Macán, o los modelos de predicción de enfermedades.

Tras varios años de conocimiento de la uva que teníamos, en el 2020 se comienza a trabajar con distintos proveedores, complementando a lo que ya teníamos en esa búsqueda de “la textura perfecta”.

Ya en vendimia de 2016, que se elabora en la recién estrenada bodega, aparece un punto de inflexión: se vinifica por parcelas, se dejan de lado los sangrados, hay cambios en los proveedores de barricas, buscando las más idóneas para el tipo de vino, y se introducen en la crianza los dos primeros fudres de 4.000 litros.

Desde aquí el vino toma un rumbo muy definido. Gracias a los aportes de los estudios de viticultura, que permiten tener un conocimiento muy preciso de la uva, la elaboración se va adaptando a la búsqueda de ese estilo. En 2018 hay una reducción de la extracción, con remontados más suaves y una separación de las prensas por calidad, y la crianza se hace menos invasiva, con menor tiempo de permanencia de los vinos en barrica, que a su vez tienen un tostado más liviano, y la utilización de seis nuevos fudres.

En 2020 entran en juego nuevas parcelas procedentes de proveedores externos que complementan la uva de las parcelas propias, y se empiezan a utilizar en la composición de los vinos las variedades garnacha, para Macán clásico, y graciano para Macán.

En 2021 se sigue con la selección de nuevos proveedores que puedan aportar uva con alguna característica que se eche en falta en los viñedos propios, y se introduce la utilización de tinos de madera de 22.000 litros en la crianza. El resultado se refleja a la perfección en el vino resultante, que, aunque aún le falta más de 20 meses para salir al mercado, ya muestra unas características que presagian el gran futuro de Macán, con un estilo perfectamente definido y por donde se encaminarán las próximas cosechas.

Y en el cumplimiento de ese dogma de Pablo Álvarez de que “el mejor vino siempre está por hacer”, el futuro pasa por mantener en los blend el graciano en Macán y la garnacha en el clásico; la vinificación al 100% con levaduras autóctonas nativas; acomplejar los vinos con pequeños porcentajes de añadas más antiguas o alargar crianzas para Macán en formatos más grandes.

Está claro que, aunque el mejor vino siempre estará por hacer, el que se está haciendo en la actualidad no cabe duda de que es uno de los mejores.

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