La Compañía de vinos Vintae acaba de presentar su última iniciativa, Viñedos El Pacto, un paso adelante en su manera de entender el vino que se vincula con los orígenes más íntimos de sus fundadores. El Pacto es una mirada a las raíces de la casa, a los vinos de pueblo, a los riojas más puros, fruto de viñedos rurales a los que muchos hombres y mujeres entregaban todo su trabajo. Viñedos El Pacto se estrena con cuatro vinos, dos de ellos, Valdechuecas y Riojanda, calificados como Viñedo Singular, y los otros dos, El Pacto de la Sonsierra y El Pacto del Alto Najerilla, etiquetados como vinos de zona.
El CEO de Vintae, Richi Arambarri, y el enólogo de la Compañía, Raúl Acha, impulsan este proyecto que significa para ellos un compromiso con sus propios antepasados, personas que preservaron un precioso patrimonio vitícola manteniéndolo a salvo de la uniformidad y la industrialización. Con El Pacto, el objetivo es mostrar y dar valor a la viticultura a pequeña escala, que parte de viñedos trabajados de forma natural durante décadas y que son materia prima de vinos vivos, conectados con un hilo invisible a estos territorios.
Arambarri explica que La Rioja industrial que almacenaba el vino que se compraba a viticultores como su propia familia o la de Raúl Acha convivía en paralelo con otra forma de entender el viñedo, en un marco de pequeñas dimensiones, rural y completamente artesanal: “Durante muchas décadas, las viñas estaban en zonas muy pobres, que eran idóneas para la vid, y se trabajaban de forma muy poco intervencionista, sin perseguir altos rendimiento”, explica el CEO, que aclara que El Pacto es precisamente el compromiso con este tipo de viticultura respetuosa, de cercanía y de pueblo, donde el laboreo sigue los ritmos naturales y armoniza con el entorno, conservando la biodiversidad en los suelos y la diversidad en los diferentes clones, algunos casi extintos, que conviven en los viñedos antiguos.
El Pacto tiene su origen en el vino que ahora es El Pacto de la Sonsierra, lanzado en 2009 y que ha sido el germen del proyecto. Es un tinto de tempranillo y pequeñas proporciones de graciano, mazuelo y variedades blancas que procede de viñedos plantados en los años 50 y 60 del pasado siglo en Baños de Ebro, Villabuena de Álava, Navaridas y San Vicente de la Sonsierra. En total, lo componen uvas recogidas en 27 parcelas distintas, cultivadas en ecológico. Sus suelos son arcillo calcáreos con componente rocosa y se encuentran en zonas altas y muy bien ventiladas.
El mosto macera durante 10 días y fermenta en depósitos de 20 000 kg gracias a la acción de levaduras nativas. Tiene una crianza de 14 meses en roble de distintas procedencias, en barricas de 225 litros, de las cuales, el 60% son de segundo uso.
Viñedos El Pacto suma un vino blanco, El Pacto del Alto Najerilla, elaborado con viñedos de Cárdenas y Nájera, con una edad superior a los 40 años, en su mayor parte. Los suelos sobre los que se asientan son arcillo ferrosos con roca conglomerada.
Las uvas se vendimian a mano y el mosto macera con el racimo entero, sin tocar y tal como llega del viñedo. El mosto se macera con las pieles, fermenta unos 15 días con sus propias levaduras y a temperatura controlada y después pasa a fudres y bocoyes de madera, donde permanece unos ocho meses en contacto con sus lías.
Las estrellas del proyecto Viñedos El Pacto son dos vinos de Viñedo Singular, Valdechuecas y Riojanda, dos tintos marcados por el carácter del territorio del que proceden.
El primero, Valdechuecas, es un tinto que nace en una parcela de Cárdenas, con menos de una hectárea, plantada entre 1912 y 1918. Aquí́ la garnacha ocupa la mayor parte del viñedo y convive con tempranillo, viura, malvasía y algunas cepas de graciano y mazuelo, entre otras. En su parte superior tiene terrazas para frenar la erosión y su suelo es arcillo ferroso con roca conglomerada. Parte de la viña fue plantada por el abuelo de Raúl Acha y el terreno era propiedad de su abuela, Anastasia Terreros.
Valdechuecas se elabora con un 10% de uva con raspón, fermentando el mosto en hormigón, donde también hace la maloláctica. Después, envejece unos doce meses en fudre de 2400 litros.
Riojanda procede de dos parcelas del mismo nombre en Navaridas y plantadas en 1920 y que apenas suman la quinta parte de una hectárea. El viñedo, sobre suelos arcillo calcáreos, se orienta ligeramente al este y está plantado con tempranillo, aunque contiene cepas de graciano, mazuelo, algunas variedades desconocidas y cepas sueltas de variedades blancas y multitud de clones que forman una pequeña Arca de Noé́ vitícola. Desde el principio se ha practicado en estas parcelas agricultura ecológica y biodinámica.
Se vendimia a mano, se despalilla y fermenta en tinos con levaduras propias. Realiza la maloláctica en roble francés y tiene una crianza en barricas francesas de 500 litros que se alarga hasta los 18 meses. Tan solo se han elaborado 700 botellas de 75 cl. y 30 mágnum.